Hoy quiero hablarte de compromiso. Me apetece compartir contigo lo que significa para mí ese término y qué suelo hacer cuando escojo avanzar en mis proyectos personales y profesionales. Todo realmente empieza por dejar de contarte historias.
Esas historias que solemos repetir como mantras cuando decimos que tenemos que hacer algo pero que en realidad no queremos hacerlo.
Contenidos
¿Qué significa contarte historias?
Pues significa que te cuentas a ti o a otras personas una película de la que ya sabes cómo empieza, toda la trama y el final.
Conoces el argumento que te dices a ti mismo o a otros. Es la justificación para no hacer lo que dijiste que ibas a hacer. Esos argumentos los tienes muy bien trabajados porque tu historia tiene que ser sólida y lo más creíble para ti.
Y como buena historia tiene sus partes bastante bien definidas: planteamiento, nudo y desenlace.
Te invito a que analices qué te dices cuando no cumples con los que dices que vas a hacer aunque te hubieras dicho que sí lo ibas a hacer:
- planteas la historia desde el punto de vista que te resulta más vendible para ti y/o para otras personas. Es decir, sólo cuentas la parte que favorece tu historia.
- aportas todo tipo de información y datos que contribuyen a sustentar el argumento que ya conoces de sobra.
- sigues en tu círculo de confort. Al quedarte satisfecho con tu historia, notas que se rebaja tu tensión. Ya no hay reto. Hay comodidad y, por tanto, en apariencia, sientes que vuelves a estar bien.
- y esta historia te la cuentas tan a menudo que incluso te parece que estás resolviendo. Es decir, como si estuvieras aprendiendo algo. Y realmente, lo que observo es que lo que vas aprendiendo es a seguir mejorando la versión de la historia. Nada más. Más condimento pero el mismo plato.
El resumen:
- dices que vas a hacer algo (que en el fondo, de verdad, no quieres hacer) y terminas por no hacerlo. Pero para estar en paz contigo, te cuentas tu historia y te quedas satisfecho. De momento.
El poder del lenguaje
Nosotros somos seres lingüísticos. El lenguaje es nuestra herramienta para comunicar y escuchar y desde donde nos construimos como personas. Hablamos para ser escuchados. Por los demás y también por nosotros mismos.
Por eso suelo decir a mis clientes que se traten lingüísticamente con mucho cuidado. Todo lo que dices y te dices tiene repercusión en ti. Las palabras no son inocentes.
De ahí la importancia que tiene el lenguaje en todas las cosas que te dices, incluidas las historias que te cuentas.
Para dejar de contarte historias, es fundamental que empieces a utilizar otra forma de comunicarte. Contigo y con los demás.
¿Qué te dices?
Quizás no lo sabes pero en las palabras que escoges cuando te hablas está la trampa que te haces para no hacer lo que dices que vas a hacer pero que después no haces. Y no lo haces, porque no quieres.
Y la trampa está en evitar el uso de palabras que te comprometan. Quizás inconscientemente usamos giros del lenguaje que quedan muy bien, muy formales, incluso diría que motivadores pero son vacíos de compromiso.
Cuando le haces una pregunta a una persona para animarla a realizar un cambio en un hábito, verás que muy pocas veces responden con un «sí, quiero hacerlo» o «sí, voy a hacerlo».
Por norma general utilizan expresiones como «es verdad, tengo que», «voy a intentar…», «a ver si esta vez…».
¿Por qué te cuentas historias?
En mi opinión hay una ausencia grande de autoconocimiento en las personas. Muchas personas que conozco, no saben cómo son. Desconocen su fortalezas, áreas de mejora, qué les motiva y qué les mueve en la vida.
Esto hace que no sean conscientes de que se cuentan historias constantemente para no hacer lo que dicen que van a hacer pero que en realidad no quieren hacer.
Sí, ya lo sé, suena perverso pero así es como yo lo veo.
Esa historia les hace sentirse mejor. Más seguros de que lo que no hacen aunque dijeron que lo iban a hacer, es lo que les conviene. Pero entonces, ¿por qué dijeron que iban a hacer eso?
Pues porque realmente saben que TIENEN que hacerlo. Y ahí está la clave saben que TIENEN que hacer eso pero no QUIEREN hacerlo.
Y huyen de decir QUIERO hacerlo. Dicen, «tengo que hacerlo» o «voy a intentar hacerlo». Es decir, bien se generan una obligación bien sólo hablan para la galería. Y eso es lo opuesto a comprometerse.
Su cerebro les lleva a la comodidad. Pero insisto, creo que no son conscientes de la trampa porque hay falta de autoconocimiento.
Llenan sus vidas de intentos fallidos de conseguir cosas.
¿Cómo sería dejar de contarte historias?
Pues en primer lugar te invito a que comiences a tratarte con honestidad.
Cuando tus intenciones de hacer cosas nuevas, asumir nuevas responsabilidades, etc. suelen no conseguirse, te estás fallando a ti mismo. No a las demás personas. Te fallas a ti.
Y esto es lo contrario a reforzar tu autoestima y autoconfianza.
Poco a poco, cala en ti la idea de que no eres capaz de conseguir casi nada de lo que te propones.
¿Eras consciente de esto?
Bien.
Pues tratarte con honestidad es no decir que vas a hacer aquello que no quieres hacer. Parece sencillo, ¿verdad?
Por ejemplo, ¿para qué dices que tienes que hablar con un colaborador problemático si no lo vas a hacer? ¿Con quién quieres quedar bien?
En mi opinión, cada vez que digas «tengo que» o «voy a intentar», no vas a llevarlo a cabo.
Es mejor que digas que ahora no es el momento o que no estás preparado para realizar esa tarea o simplemente que no te da la gana realizarla.
Es el mismo resultado que no hacerlo. Pero refuerzas tu autoestima porque te empoderas de tus acciones. No te victimizas. Y así empiezas a dejar de contarte historias.
Deja de contarte historias y di «quiero»
Verás como empieza a cambiar todo.
No hay milagros pero esa sí es la manera de realizar una declaración que refleja compromiso. Y cuando hay compromiso, el camino se empieza a ver más claro. No más fácil. Lo fácil era lo otro. El compromiso siempre deja de manifiesto una dificultad delante de nosotros. Un reto. Por eso se requiere compromiso.
Cuando dices «tengo» es una obligación. Y la obligación no es un compromiso. El compromiso requiere voluntad, iniciativa, motivación.
Y ¿quién quiere obligaciones? Nadie. Es cierto que en la vida tenemos obligaciones. Pero dejemos las que nos vienen impuestas. No hace falta que nosotros fabriquemos más.
Por tanto, si eres consciente o has tomado consciencia al escuchar este post, de que te está faltando algo para llevar adelante tus proyectos, te animo a que empieces a hablarte de otra manera.
¿Qué pasaría si te dijeras:
- este mes empiezo en el gym
- quiero hablar con mi pareja de este problema
- quiero hablar con el jefe de almacén porque no me gusta como están funcionando las cosas
- voy a permitir que mis colaboradores opinen más que yo en las reuniones
- quiero, quiero y quiero
Es cierto que siempre tienes la opción de sabotearte pero verás que te resultará más difícil porque las palabras son muy poderosas.
¿Y qué más puedo hacer?
Pues te darás cuenta que por lo general cuando adquieres un compromiso contigo o con alguien, como he dicho antes, conlleva al mismo tiempo una dificultad. Empezamos un reto.
Y no es suficiente sólo con decir «quiero». Decirlo es la la llave que abre la puerta. Y será gracias a esa puerta abierta que empezarás a ver el camino y te darás cuenta de que deberás invitar al cómo. Con qué herramientas, en quién te vas a apoyar o quién te puede acompañar.
La diferencia es que cuando no utilizas «quiero» o «voy a hacer/empezar…» ni tan siquiera abres la puerta. Porque realmente ya sabes que esa puerta no la quieres abrir aunque hayas dado a entender que sí. Es un no en tu mente.
Conclusión. Las palabras son importantes
he compartido contigo la forma en la que yo me hablo y hablo a los demás cuando tengo la intención verdadera de acometer un proyecto o cambio.
He aprendido el enorme poder que tiene el lenguaje para mi confianza y para mi aprendizaje. Y aunque también me cuento historias, cuando lo hago, suelo ser muy consciente de que estoy en ese estado.
No me gusta hacerme trampas al solitario.
Prefiero reconocer que eso que digo que tengo que hacer, no lo voy a hacer porque ahora no es mi momento. Punto.
- ¿Cómo sería tu vida empezaras a dejar de contarte historias?
- ¿Qué historias puedes identificar desde ahora?
- ¿Por crees que te estás contando esas historias?
- ¿Qué dice de ti esas historias que te cuentas?
Deja una respuesta